28 feb 2008

A Totorito

Al Totorito que ven en la foto (tomada hace sólo un par de meses) acaba de cumplir su primer año esta semana y me gustaría dedicarle un post, chiquito con recadito para cuando ella lea esto.-

Totorito, acabas de cumplir tu primer año de vida y quiero que sepas que ERES ADOPTADA, muajaja, ejem, no es cierto mija, es bromita, je, ok, pongámonos serios si se puede, ...quiero que sepas bonita que cuando era niño tenía un amor por mi mamá muy distinto al que tengo por Mamá Totoro, a mi mamá (recuerdo Yo, cuando estaba niñito, y ella dormía, me despertaba tempranito para verla dormir, y ahí me quedaba, quietecito viéndola -si, si, mi complejo de Edipo era muy cabrón-) pero ahora, ese sentimiento de tener a alguien que amas tanto, y verlo dormir, regresó, ahora te veo dormir a ti Totoro y me entra la misma sensación que tenía hace más de 20 años, y llena una parte de mi corazón que no sabía que estaba vacía, te agradezco habernos escogido como tus papás, por haber dicho allá en el cielo cuando eras angelito 'Ese par de jotos van a ser mis papás', Mamá Totoro está enamorada tanto de tí, como Yo lo estoy de las dos

Mija, este post es para ti completito, ni una coma de más, ni un guión de menos, para cuando leas estas letras habré muerto despanzurrado por una ballena voladora gay en el siglo 24 y medio, o seguramente no habré muerto y estaré jugando Playstation-box con el control remoto de mi exo-esqueleto.

Ah, y los 3 moretones que tienes en la frente te los hiciste dormida, en ningún momento te solté sin querer por estar chateando.

Mamá Totoro, te amo, gracias por nuestra Totoro, gracias.

25 feb 2008

Espejo

Les pongo un video que me hizo el día, qué rebueno que está.

Carta a Eufemia

Normalmente para formatear mi computadora (como no se ni madres de esas cosas del demonio -entre otras muchas tantas cosas que no sé) tengo a mi técnico de cabecera el cual por 400 pesitos me deja la computadora al tiro, precio que se me hace un poquito caro, pero hace bien su trabajo, bueno, aunque a veces lo hace mal, y aunque a veces se tarda, y aunque a veces se desaparece, pero eso sí cobra puntual, en fin, pinche técnico, el caso es que mis papás se vieron geniales este fin de año y le regalaron a mi esposa una laptop VAIO la cual había que formatearla y prepararla con actualizaciones para poder ver video o quitarle los candados de seguridad a la hora de copiar archivos entre otras cosas (les digo que no le se a estas cosas), el caso es que parece que mi técnico quería salir de vacaciones, porque de los 400 pesitos por formateada, decidió que lo mejor para él, era cobrar ¡800 en esta ocasión!, joder, y como me urgía, pues se tardó 4 semanotas con la computadora, y no la dejó bien, hasta las siguientes dos llevadas a su negocio, gracias cabrón.
Por otro lado, el estilista con el que siempre voy a rasurarme el coco, me cobra 100 pesos por pasar la maquinita de rasurar, cosa que aunque se me hace extremadamente caro, sigo haciendo - más bien seguía- pues me queda de paso en el trayecto del trabajo a la casa, es buena onda el cabrón, y prefiero -o prefería- gastar 100 pesos cada 3 semanas , que andar yo perdiendo tiempo además, apoyándolo a él pues anda con problemas de salud el viejito, trae una diálisis y pues como quiera uno lo trata - o trataba- de apoyar dando chamba, ...practicidad, pues, y bueno, el caso es que, precisamente por falta de tiempo, tuve que dejar de ir durante un mes o más a su negocio, y al pasar, de lejos nomás me gritaba -'Yo también como', cosa que me daba risa al tiempo que con gestos le decía que 'Yo luego pasaba', y como fué, pasé, rasuró (ni 3 minutos) y cobró, ¿Cuánto te debo Luis? -200 -dijo entre dientes, y pues creí escuchar mal, y mientras sacaba mi cartera repetí ¿Cuánto? y ya con voz relajada me dice -200! (pasuputamadre, 200 por 3 minutos -qué digo 3, ni la canción de Juanga terminaba aún de su maricón minicomponente(si, insultos sexistas, toy enojado), chingaos, si no me bailó un privado, ni me arrimó las bubis, ¡ni es vieja!) -Aquí tienes Luis, muchas gracias (y hasta nunca, cabrón)

¿Quién en su sano juicio aumenta al doble su tarifa de chingadazo? pinche gente hambriada, pero pendejo yo por dejarme.

Ahora me rasuro el coco con una chamaca que cobra 30 pesos, ni arrima nada, ni quiero que arrime, ni platica nada, ni quiero que platique, ni se tarda nada, ni quiero que se tarde, y paso por donde mi anterior estilista y solo digo Adiós, Gudbay, Abur (méndigo cabrón regrésame mi dinero); ahora cotizo quien me arregle mi computadora por otro lado. Encontré quien me formatée la compu por 150 pesos, chale, no vuelvo a vestir frack y sombrero de copa cuando vaya a solicitar un servicio.

...y que conste en esta carta que acabamos de un jalón.


22 feb 2008

El Javo Recomienda.-C&H


Les dejo los enlaces a C.a.l.v.i.n.&.H.o.b.b.e.s. cómic recomendado por el único reportero vivo en el lugar de la vendetta organizada por Homero Simpson contra Tigger(y si no chequen su blog, el de Javo, no el de Homero) , en el que Calvin acompañado de su leal tigre imaginario (que según palabras del creador de Cirilo, siempre su tigre lo calmaba o echaba la botana con él)se ponen unas divertidas utilizando la imaginación para hacer humor inteligente, ...muy inteligente a mi parecer.

...y le hice caso y encontré un par de cómics que quiero compartirles por acá, bueno, son 11, :P


1

Dos

Tri

CuatroTristesPillosCoralillos

5sentidosencadacuerpo

SeisSandwichesSinSaliva

SevenEleven

8pinocho

♫NueveNuevenuevenueve♫

Totoro Derek

ElevenSeven


...y como siempre para poder leer los cómics, su buen programita de confianza, el

CDisplay

(fácil de instalar y no genera broncas en la compu)

Isita me comentó que si no los había leído ( a C.a.l.v.i.n.&.H.o.b.b.e.s.) entonces no había vivido, cosa rara pues un par de exnovias decían que yo era un vividor, chale.

'jojeju'


digo, ejem, ...♫rumba samba mambo♫

19 feb 2008

¿Clásicos? del cine va a Tv.- El Dinosaurio

Mi seccioncita ¿Clásicos? del cine que tantas ganancias me ha generado en los países de habla hispana se mete a la Televisión para traerles este clásico instantáneo de Susana, la presentadora y exvedette argentina, en el cual mete las 4 bien bonito, chéquenlo manitos y manitas.




¿Vivo? dice impresionada, jeje, muy cagado.

16 feb 2008

Mi manito

...y para momentos de estrés en el trabajo, el oportuno de mi cuñado me manda estos mensajitos y de ahí se desconecta, :)


Me hizo la mañana el güeyón.

14 feb 2008

Giovanni y Andrea

Les comparto un cuento corto (que aquí se ve requetelargo) que ayer me hizo la mañana (AYER me hizo la MAÑANA, mmmm, como juego con el continuo espacio-tiempo en mis frases, qué bárbaro soy), se los dejo, segurito les gusta.

Una bolsa de churrumais al que no le guste, :P

Lo leí del libro de La Mona Risa, de Luis Pescetti en donde tal como nos cuenta, trabaja él una Antología de humor en la narrativa, áltamente recomendable para cuando se te acabe la revista HERMES en el baño, y este cuento en especial es del autor Roberto Fontanarrosa , de su libro ENtitulado El mayor de mis defectos, ahora sí, ahí va.-

Giovanni y Andrea

La brisa era ligeramente tibia y traía un aroma a lino, trigo y grosella. Ellos ya habían corrido hasta cansarse por el borde de la colina, hollando con sus pies el pasto tierno y gritando sus nombres al viento.

-¡Giovanni!
-¡Andrea!
Luego, ella, ebria de juventud y libertad, había desconcertado a Giovanni gritando otros nombres, de hermanas, de tías, de firmas comerciales y hasta el glorioso nombre de Luiggi Villoresi, el intrépido devorador de rutas, hèroe de todos los adolescentes.
Ahora caminaban acompasadamente, tomados de las manos, en silencio, sin poder creer ese hecho mágico, fantástico, de amarse tanto bajo la luz mórbida y púrpura de la tarde.
Él de pronto se detuvo, deteniendo el caminar de ella. Había cortado una flor silvestre y la hacía girar nerviosamente entre sus dedos torpes. Andrea sonrió, un tanto tensa y encantada por esa proximidad incómoda, por la cercanía excesiva del rostro de Giovanni frente al suyo.
-Una flor- musitó él, dejando escapar un suspiro contenido, en tanto procuraba engarzar el tallo bajo el pelo negro de la muchacha.
-¿Para mí?- se ruborizó ella, sin reparar en lo obvio de la pregunta. La pequeña flor amarilla quedó prendida en el cabello de ella y ambos permanecieron mirándose profundamente a los ojos, arrobados, ajenos, al parecer, al paisaje que los circundaba.
-Andrea- exclamó Giovanni presintiendo que el momento tan anhelado se acercaba.
-Si...- susurró ella a modo de curiosidad o aceptación. De pronto, la flor se deslizó por el lacio cabello de Andrea y cayó al suelo. La reacción de ambos fue instantánea, agachándose a recogerla.
-Acá está- dijo ella, retomando el breve tallo con la misma devoción con que puede reponerse un símbolo patrio mancillado. Giovanni no contestó. Se tapaba crispadamente la nariz con una mano. Su blonda cabeza, al inclinarse buscando la caída de la flor, había golpeado contra la cabeza de ella.
-Oh...no es nada, no es nada- procuró sonreir el joven. Andrea se asustó.
-¿Qué te pasa? ¿Qué te ha pasado?
-No...no es nada...No te inquietes...La nariz...
-He sido yo...¡Te he golpeado!-Andrea parecía al borde del llanto-. ¡Déjame ver!.
-No tienes la culpa. Fue al agacharnos, tu cabeza golpeó contra mi cara...
Ella procuró apartar con sus manos las prietas manos de él, todavía sobre la nariz. Pero las quitó de inmediato, frenando ese impulso samaritano y noble de ayudarlo ante la vecindad pletórica de su tórax. Giovanni alejó su mano derecha de la nariz tinta en sangre. De la boca húmeda de ella partió un grito.
-¡Te he lastimado!
-No te inquietes...- la tranquilizó él-. No has sido tú...Tal vez el sólo hecho de inclinarme impulsó el flujo de sangre. Suele ocurrirme. Soy muy propenso a estas hemorragias.
-¿Hemorragias?- se alarmó Andrea.
-Por llamarlas de alguna forma...- Giovanni se quedó un momento tieso, como aguardando que cesara el fluir de la sangre de la nariz.
-Oh...¡cuánto lo siento!- Andrea depositó una caricia fugaz y leve sobre la mejilla de él. Quedaron un momento en silencio. No dijeron nada, pero ambos comprendieron, en ese instante, que era la primera caricia real que uno de ellos depositaba sobre el cuerpo aterido del otro.
-Ya está...Ya pasó...- desestimó lo ocurrido Giovanni-. ¿Dónde está la flor?
-Acá, acá- le ofreció ella, con una sonrisa. Giovanni tornó a su tarea de prender la frágil corola en el cabello de ella, que sacudió entonces la cabeza, como molesta por algo.
-Qué ocurre?
-No...Nada...- Andrea se cubría el párpado derecho con los dedos. Él continuó con su intento, hasta que la amarilla insignia quedó, de nuevo, sobre la sien de ella. Se apartó un paso y contempló su obra.
-Qué pasa?...- se asustó Giovanni-. Estás llorando.
-Es que...soy una tonta...
-Andrea...mi chiquilla...- Giovanni la tomó con delicadeza por los codos.
Ella procuró mirarlo pero su ojo derecho pugnaba obstinadamente por cerrarse.
-Qué te pasó?- Dijo Giovanni.
-Nada...Nada...El tallo de la flor...- Andrea parpadeaba velozmente.
-Qué...?
-Fue sin querer, no fue tu culpa...
-¡Por Dios! ¡Qué torpe he sido!
-No digas eso, no te castigues. Fui yo que me moví sin quererlo...
-Lo tienes muy colorado. Déjame verlo- Giovanni le tomó la cara con ambas manos y la acercó a la suya-. ¡No me lo perdonaré jamás!
-No ha sido tu culpa. Te aseguro que no es nada- procuró sonreir ella en tanto meneaba un poco la cabeza intentando dejar de lagrimear, sintiendo inútiles las manos, sin saber dónde ponerlas, cauitvada por la cercanía cómplice de Giovanni.
-¡No me perdonaría nunca si, por mi estupidez, perdieses uno de tus hermosos ojos, Andrea! ¿Si tuvieses que usar uno de esos horribles parches negros, o un puñado de estopa en la vacía cuenca de tu rostro!- casi tembló Giovanni.
-Oh...¡Qué tonto eres!- sonrió ella-. Ya no me molesta.
Se quedaron un instante así, una eternidad para ambos. Ella había decidido apoyar sus manos, sus puños, sobre el cinturón de él, y él continuaba ciñendo el rostro de ella entre sus manos. Ambas narices distaban apenas pocos centímetros una de otra y podían percibir mutuamente el regocijante aroma joven y fragante de sus cuerpos.
-Andrea...- musitó Giovanni, hipnotizado por la frescura tersa de los labios de ella.
-Giovanni- susurró ella-... te está saliendo sangre.
-¿No digas?- pareció fastidiarse Giovanni- ¿De nuevo?
Se palpó sobre los labios y percibió en las yemas de sus dedos el contacto tibio de la sangre.
-Déjame que te limpie- Andrea buscó un pañuelo entre sus ropas.
-No. No ensucies tu pañuelo -dijo él, elevando la cabeza hasta quedar mirando al cielo. La sangre, escapando entre los dedos de su mano derecha, bajaba en un hilo por su cuello fuerte y se mezclaba con el vello del pecho-. ¿No tienes algodón, alguna venda, un coagulante, tal vez?
-En casa.
Giovanni sacudió la cabeza, consciente de que se hallaba a unos veinte kilómetros de Farrugia.
-Espera- dijo ella de pronto, buscando algo en el suelo.
-¡Qué hermoso cielo...!- suspiró Giovanni, los ojos clavados obligadamente en el bajorrelieve de las nubes-. Mira, Andrea... ¿No te recuerda a aquellos cielos que veíamos en las láminas que en el colegio nos mostraba la señorita Assunta?
Andrea no pareció escucharlo.
-Acércate, déjame ver tu nariz... -dijo, en cambio, volviendo junto a Giovanni. Tomando la bella cabeza del muchacho por la nuca con su mano izquierda, Andrea le introdujo en la fosa nasal, una bolilla de barro oscuro y denso.
-Cuando seque...- le explicó- formará un tapón firme y seguro.
Aquellos ligeros y titubeantes contactos físicos les habían brindado tanta perturbación como cercanía. Giovanni, temeroso primero, más confiado después, tornó a caminar, bajando la cabeza. La había tomado por la cintura breve y ella lo dejó hacer. Treparon lentamente, entonces, hacia la cima de la colina, embelesados por la mutua compañía, por el ruido muelle de sus pies hendiendo los pastos altos, por el apenas cálido viento que les tocaba las mejillas. Cuando llegaron a lo alto, se sentaron sobre una piedra plana.
Mirando hacia abajo se veía el valle del Trèbbia, el brillo maravilloso del río herido por el sol tangencial, los prados que bordeaban el camino a Raspallo y las fincas sembradas que preanunciaban las primeras casas blancas de Reggio Della Vercelli. A lo lejos, podían divisar los tejados rojos y ocres de Ferramonti, el campanario de la iglesia, y, por un momento, el viento les trajo el canto diáfano del labriego. No obstante, ellos tenían ojos sólo el una para el otro y a Giovanni, el corazón amenazaba con escapársele del pecho.
-Es asombroso lo que lograste hacer con ese pequeño bolillo de barro- logró decir, superando la repentina sequedad de garganta-. ¡Eres alfarera?
Andrea sonrió, sin contestar. Giovanni le tomó el rostro con ambas manos y lo acercó al suyo. Tuvo la embriagadora certeza de que nada ni nadie podría impedírselo ahora. Fue un intento torpe, inarmónico, un inepto ensayo ungido entre la urgencia de él y la rigidez de ella, un fugaz desacople de dos voluntades inexpertas tanteando en la unción de los ojos cerrados. El áspero y duro escozor depositado sobre los labios de Giovanni le dijo, tras aquella exaltación efímera, que lo que había besado era una rodilla.
-Fue muy hermoso- musitó ella, como en trance.
Giovanni acomodó mejor su cuerpo y la cabeza blonda de Andrea quedó en el propicio hueco de su hombro.
-Andrea...- dijo.
-Giovanni...- abrió los ojos ella- ...te sale sangre...
Un juramento escapó de los labios ávidos del muchacho. Se tocó la nariz.
-Deja, deja, no tiene importancia...- urgió.
-Es que me impresiona...
-No quiero impresionarte, Andrea. Me sucede a menudo. Es algo tan común para mí, como comer o dormir. Mis padres suelen reprocharme cuando no sangro. Dicen que cura y renueva la sangre...
-Espera... espera... - pidió ella, y, con gesto suave pero convincente lo empujó hacia atrás-. Recuéstate en el pasto un momento, apoya tu cabeza sobre el suelo, te hará bien. No quiero verte así, has manchado tu camisa recién lavada...El tono dulce de ella controló a Giovanni, tendido cara al cielo sobre la hierba fragante. Cerró los ojos y esperó. Escuchó los pasos de ella, alejándose.
-Buscaré algo para tí...- le oyó decir. Giovanni abrió los ojos y volvió a conmoverse ante la cotidiana maravilla del cielo en primavera.
-¡Andrea! - llamó -. ¡Andrea!
-¿Quién? ¿Quién me llama?
-Soy yo, pequeña, Giovanni... ¿quién pensabas que podía ser?
-Es que no reconocí tu voz- se disculpó ella, acercándose.
-Ocurre que me estoy tapando la nariz con los dedos.
-Es eso. Por un momento pensé que tío Augusto nos había seguido hasta aquí.
Poco tiempo más buscó Andrea entre las hierbas, luego se acercó a Giovanni nuevamente. Este mostraba una expresión de dolor en el rostro.
-Giovanni... ¿qué te ocurre?
-La espalda... Me he acostado sobre una zarza...
-Oh... ¡No me lo digas! ¡Ha sido mi culpa!
Andrea lo ayudó a incorporarse. Giovanni procuraba no quejarse pero su cara se desfiguró en mil y un visajes de estremecimiento contenido que lo llevaban a abrir la boca como un poseso y reprimir un alarido. No le fue fácil a Andrea levantarlo del suelo a donde la crueldad silvestre de montones de filosas púas procuraban retenerlo perforando la tela de su camisa e hiriendo la carne joven y torturada. Sin hablar, pero casi al borde del llanto, Andrea fue quitando una a una las agujas y el dolor de Giovanni era su propio dolor en cada espasmo.
-Fue mi culpa, fue mi culpa- gimoteó, al fin, cuando pudo enfrentar la mirada aliviada del muchacho.
-No te culpes- la tranquilizó este, empapado en transpiración, la pechera de su camisa tinta en sangre, el barro disuelto sobre su labio superior, hebras de pasto seco y abrojos prendidos en el cabello rubio-. Fui yo quien no tuvo cuidado al posarse en el suelo. Me ocurre muy a menudo. Un día dormí una siesta sobre un hormiguero.
Ambos sonrieron primero, para reir luego. Giovanni se solazó del acierto de su recuerdo.
-De veras- remarcó su logro-. Dormí toda una siesta sobre un hormiguero.
Rieron abiertamente con la franqueza de los adolescentes. Y se abrazaron, lo que provocó un respingo en Giovanni, al pasar Andrea sus brazos por el sector de la espalda flagelada por la zarza.
-Oh... ¡Perdóname!
Giovanni, esta vez no contestó. Fijos sus ojos en los ojos de ella, la fue conduciendo hasta la piedra plana, donde volvieron a sentarse. Andrea había logrado contener el hilo de sangre que escapaba de la nariz de Giovanni introduciendo en ella una ramita del mismo diámetro de la fosa nasal. Ahora, Giovanni irradiaba una extraña y selvática belleza, nimbada de luz su cabellera despeinada, restallantes de amor sus ojos claros y asomando sobre el bozo, la sombra adivinada del bigote ámbar, esa ramita de quinoto, casi un brote.
Giovanni debió enseñarle todo, desde el exacto quiebre de la cintura que permitiera a ella ofrecer la turgencia ubérrima de sus labios, hasta la posición justa de los brazos para que ni codos ni clavículas interfirieran el exacto punto de encuentro de ambas bocas. No era mucha la experiencia que él tenía, pero el haber transportado, cierto día, por dos cuadras, un maniquí de su abuelo, el sastre, le confería cierto conocimiento del tema, una ligera familiaridad con la cercanía de otro cuerpo.
Fue un vértigo, un oscilar, un balanceado éxtasis enceguecedor que los llevó a ceñirse, a estrujarse, a inclinarse y a caer tumultuosamente por la abrupta ladera de la montaña, largamente, rebotando como muñecos inanimados, procurando aferrarse a matas o salientes, unos quinientos metros, hasta detenerse ambos, magullados, sangrantes las rodillas y los codos, irreconocibles por la tierra, junto a las riberas del Trèbbia.
Se pusieron de pie y, con gestos de autómatas, en silencio, se sacudieron las ropas procurando quitar ortigas y peñascos. Giovanni había perdido sus zapatos y Andrea se pasaba lentamente, saliva por el codo. Rengueando, ella comenzó a caminar hacia Farrugia. Giovanni se quedó mirándola, chorreante de nuevo la sangre sobre su pecho. A unos cincuenta metros más allá, ella se dio vuelta y dibujó un saludo con la mano. Giovanni se quedó un rato mirándola alejarse y luego comenzó a caminar lentamente hacia Vicenza. Sabía que el domingo siguiente volvería a verla.





¿Terminaste de leerlo? Porque voy a preguntar a la salida, eh.

13 feb 2008

Quino es la leche


Si hipotéticamente hablando ustedes vivieran en alguna dimensión paralela a la nuestra y yo en esa hipotética dimensión fuera el Superhéroe El-Increíble-Hombre-Apuesto (The biutiful-jansom-incredibl-men), y tuviera el tiempo necesario para hacer un post de Quino, hipotéticamente hablando pondría un enlace al término de este hipotético texto de Mfld, al que hipotéticamente les diría que si no tienen el original, tienen 24 horas para leer las 600 páginas y eliminarlo, ...claro ...todo ésto sólo si estuviéramos en una dimensión paralela.

Enlace

¡A luchar por la hermosura!


PD.-Defeñita salerosa, aquí está lo prometido.

PD².-Perdón por la tardanza, manita.